jueves, 21 de abril de 2011

A MODO DE BALANCE / Por Carolina Seoane

Tengo en mi compu desde hace un año una carpeta que se llama “conflicto Nacional”. Pero ahora escribo esto que escribo sin saber bien en qué archivo, en qué hueco virtual guardarlo, y tal vez esto deba ser como una nube ligera que pasa por el ciclón de la piel y la memoria y después se diluye en el tiempo o el amor de los que sabrán –seguro sabrán- guardarlo en sus propios cofres.

Me atraviesa la alegría del deber cumplido. De sentir que hicimos todo lo que teníamos que hacer y que lo hicimos en tiempo y forma. Esto no quiere decir que no nos equivocamos, pero primó la inteligencia, el respeto y la buena leche que lleva a que el resultado tenga que ver con el bien común, con la gestación de algo bueno para muchos y no con fines individuales, mediocres y posibilistas.

Me atraviesa la alegría de haber conocido y reconocido a muchos compañeros que hace meses nomás eran para mí sólo rostros con los que intercambiaba un saludo cordial. Me atraviesa la alegría de la construcción colectiva que es la alegría de sabernos humanos alejados por un instante de nuestro agujero de soledad.

Me alegra este “rejunte” constructor de esperanzas nuevas; este rejunte que somos, resistente/repelente al no-se-puede y al posibilismo. Me alegra que haya tantas voces lúcidas, enteras, comprometidas, porque son ellas las que permitieron saltar por sobre tanto cerco de abrumadoras limitaciones. Me alegra que seamos una comunidad capaz de imaginar, de crear, de hacerse cargo y, a la vez, de exigir que quienes ejercen el poder cumplan con sus responsabilidades.

Me alegra que hayamos sido capaces de pensar, de soñar, de no derribarnos. Que hayamos empujado al que por un instante perdía el rumbo, el resplandor de su estrella.

Me alegra que tantas veces me hayan empujado.

No puedo poner a disposición más que una casi maníaca disposición a la palabra. Todo lo demás, ya saben, lo hicieron ustedes. Y por eso les agradezco la enorme posibilidad que me dieron de haber crecido en el alma y las ideas.

Después de este proceso, claro está, ninguno de nosotros –los partícipes, los obstaculizadores y los indiferentes-seremos los mismos. Cada uno se reubicó en la grilla humana de este juego que por momentos fue atroz y para nosotros hoy es cálido y reconfortante. Cada uno apostó y en ello puso el alma. Me alegra que la apuesta mayoritaria de nuestra comunidad haya sido al todo o nada por una educación pública, gratuita, laica, científica, formadora de pensamiento crítico y al servicio de los intereses del pueblo.

Gracias a cada uno de los que decidió estar y en este final feliz, aportar su palabra amorosa. Y cuidemos esto, por favor, porque se asemeja a un niñito pequeño, recién parido y casi casi con deditos de cristal.

Carolina.

¡GRACIAS CARO!

1 comentario:

  1. ¡Simplemente Hermoso! Infinitas gracias a vos Caro, y a Fabian, a Liana, a todos los padres, alumnos y todos los que apoyaron, pusieron el cuerpo y muchas veces el alma.

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